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La escritura nos convierte en simples piezas entre la extensión del espacio y el tiempo, pero a la vez nos exige salir de lo convencional para explicar la realidad, como quien por voluntad propia abre un paréntesis para detener el tiempo y suceder en un espacio fuera del regular. La escritura en una palabra nos permite morir siguiendo la luz al final del túnel y seguidamente en otro palabra aparecer en una sala de parto; nos permite viajar por las dimensiones de lo real, lo irreal, lo externo y lo interno. La escritura nos permite eso y más.

Bienvenido a este viaje escrito “Sólo para locos, la entrada cuesta la razón.”

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sábado, 10 de mayo de 2014

El Reencuentro II

  • -          Esta buena esa weed ¿no?
  • -          Si…
  • -          Jajá qué te pasó ¿Por qué tan seria Karla?
  • -          No sé, estoy full pegada.
  • -          Yo también, no te creas.
  • -          Que ladilla, que ladilla, que ladilla…
  • -          ¿Qué te pasa? ¿Por qué dices eso?
  • -          Marcos no deberías estar aquí coño, no sé qué hacemos juntos
  • -          Pero cálmate…
  • -          ¿Calmarse? Yo no soy como tú, yo si sé la diferencia entre lo que debo y no debo hacer, y esto está justo en la línea divisoria. Por respeto a mi novio no deberías estar aquí.
  • -          Por respeto a ti misma deberías dejar de pensar así jajá
  • -          No estoy jodiendo huevón
  • -          Yo tampoco…
  • -          Por qué no puedes ser serio una sola vez en tu vida
  • -          Estoy cansado de que me digas siempre lo mismo ¿Para qué?
  • -          ¿Cómo qué para qué ser serio? ¿tú eres loco chico?
  • -          Si para qué
  • -          Para que logres algo, para que sepas lo que quieres…
  • -          ¿Y tú que has logrado?
  • -          Construir algo serio
  • -          Yo también lo he hecho…
  • -          Por favor, no seas hipócrita
  • -          A pues… ¿Te acuerdas del libro que te regalé?
  • -          ¿Cuál?
  • -          El de Benedetti, quién de nosotros… ¿Lo leíste?
  • -          No…
  • -          Lo supuse. Es un triangulo amoroso el cual finaliza con esa frase: ¿Quién de nosotros podrá juzgarnos? Y eso te pregunto yo a ti Karla.
  • -           Tú te juzgaras a ti mismo.
  • -          Claro, porque tú no puedes hacerlo
  • -          ¿Qué estás tratando de decir?
  • -          Que te calmes. Estamos los dos en esta situación, y no fue culpa ni mía ni tuya. No es culpa de nadie, las cosas no necesitan culpables, esa es una manía humana para lidiar con la conciencia.
  • -          Tú eres el culpable de todo… Te recuerdo que tú eres el que estaba ocupado en ese momento ¿O no te acuerdas? Yo no tenía a nadie, y si lo tenía era intrascendente.
  • -       Bueno y qué hago ¿Retrocedo el tiempo? Ya lo que pasó, pasó, y no hay nada que hacer. Karla ahora los dos estamos aquí y esto es lo que debemos vivir.
  • -          Pero esto “que estamos viviendo ahorita” se ve afectado por el pasado, como todo.
  • -       Si tú quieres que el pasado condicione este momento, es decisión tuya. El pasado no existe, solo es la cantidad de recuerdos que por voluntad propia decides conservar… O sea, el pasado es totalmente subjetivo. Tú decides tu pasado escogiendo inconscientemente qué recordar y qué no.
  • -          ¡Marico cállate la boca! No quiero saber nada de ti
  • -          Cálmate
  • -          Brother yo sufrí y burda, no pretendas que voy a olvidarlo todo Marcos.
  • -       Olvídalo entonces. De nada sirve que hablemos si ya vas a tener una concepción de mí… Lo que hice está en el pasado, no lo puedo cambiar y no me arrepiento, porque si bien sufriste, también nos divertimos mucho.
  • -          ¡Marico tu no entiendes nada!
  • -          Pero no me dejas entenderlo, no llores por favor... Karla no llores…
  • -          ¿Ahora tampoco puedo llorar?
  • -          Déjame abrazarte, por lo menos.
  • -         
  • -          ¿Puedo?
  • -          Ok
  • -          Gracias, a ver… Jajá sigue siendo igual de pequeña.
  • -          Déjame
  • -          Perdóname en lo que puedas perdonarme, y en lo que no… Trata de entenderme.
  • -          No es así de fácil Marcos, de verdad…
  • -          Pero trata Karla, solo trata. Inténtalo.
  • -          Me dijiste que después de fumar me dirías el secreto
  • -          Sí, me acuerdo.
  • -          ¿Qué era?
  • -          Jajá
  • -          ¿De qué te ríes?
  • -          De nada, sabes cuál es el secreto: el secreto es el deseo, la complicidad. Algo que tú y yo no hemos perdido.
  • -          Explícame
  • -          Te había dicho: “No hay mejor libertad que el secreto que solo comparten dos.” Y esa libertad es el deseo y la complicidad que se tiene en la mirada, en la relación con una persona… Esa cualidad que solo una pareja conoce, que nadie más sabe, y por esa misma razón es liberadora…
  • -          ¿Qué tiene qué ver con nosotros?
  • -          Karla, que nosotros compartimos ese secreto. Nosotros nos vemos y sentimos el deseo y la complicidad de algo que solo tú y yo conocemos. Algo que nadie nos puede quitar y que nadie nos va juzgar, que es solo para nuestro deleite y todo eso nos hace libres…
  • -          No puedo negar que te he visto y he recordado algunas cosas… Al principio te odiaba Marcos, te quería restregar lo que había logrado, pero ya no, ya me da igual.
  • -          Perdóname, no tengo más nada que decir.
  • -          Tranquilo, ya pasó.
  • -          Quisiera decirte que todo será diferente, pero ninguno de los dos quiere que las cosas sean diferentes
  • -          Ya tenemos otra vida Marcos
  • -          Pero mantenemos ese “secreto”. Lo que pasa es que nuestro secreto es un destino trágico, habrá adrenalina, emoción y diversión, pero acompañadas de un gran sufrimiento, algo que es inevitable, nuestra relación viene incorporada con momentos de dolor de los que no nos podremos escapar.
  • -          Yo creo que ya no será lo mismo
  • -          Dale una oportunidad Karla, vivimos una vida que nos presiona: La universidad, el país, la familia, tus amigos, la pareja (aunque no lo creas) y todo eso es una vida divertida, no te lo voy a negar, pero a veces hace falta esos momentos en los que queremos abandonarlo todo y perdernos de ese mundo… Y ahí entramos nosotros.
  • -          No lo sé
  • -          Piénsalo
  • -          Suéltame, me quiero ir
  • -          ¿Qué? ¿por qué?
  • -          Chao, chao…

         Se fue, así de fácil. Me dejó con mis ganas, mis intenciones… Tanto hablar y perdí mí tiempo, nos quedamos como estábamos, en lo que somos: Nada. Ojala la vida me regale la oportunidad de vernos en persona…

  • -          Marcos ¿Estas hablando solo?
  • -          No mamá, estoy escribiendo…
  • -          Tienes visita
  • -          ¿Quién?
  • -          No sé, una tal Mary… ¿Estas con alguien ahí?
  • -          No mamá, estaba leyendo un dialogo que escribí… Dile que pase.
  • -          Ok


        ¿Qué hare ahora? ¿De dónde salió ella? ¿Por qué vino a verme? Le daré la carta que le escribí…

  • -          Permiso…
  • -          Mary, hola. Que grata sorpresa. Pasa, pasa adelante. Perdona el desorden.
  • -          Tranquilo, vine a ver como estabas, tanto tiempo sin saber de ti.
  • -          Lo siento, pero voy de salida. Me voy a ver con una amiga, Karla.
  • -          Hagamos algo, encontrémonos otro día…
  • -          Dale, ¿Fumas? Podemos fumar juntos y hablar sobre todo este tiempo
  • -          Sí, creo que podríamos hacer eso...
  • -          Por cierto, toma. Esta es una carta que te escribí hace tiempo. Guárdala y léela cundo puedas. Si quieres bajamos juntos, yo voy al metro.
  • -          Ok lo haré… Vale, yo también.
  • -          Dale, vamos bajando.


  Mary llegó a su casa, y en seguida, lo primero que hizo fue leer la carta de Marcos:

Para Mary.

  Hola, Mary. Te escribo está carta porque te vi. Sé que tú también me viste, pero no te inmutaste. Cruzamos miradas. Hace mucho que no nos veíamos, desde que terminamos y terminamos mal, muy mal. Ahora te vi con un hombre, creo que era tu pareja y te veías muy feliz. ¡Qué fácil es ser mujer! Amar y olvidar, o viceversa. Tu mirada me lo dijo todo. Me olvidaste y por eso eres capaz de amar, o amaste y fuiste capaz de olvidarme. Yo en cambio, no sé. Yo amo, pero no olvido. Por ejemplo a ti nunca te amé, pero no te olvido. Me acuerdo de ti y quisiera saber cómo estas. Creo que te extraño. No sé por qué. Porque tú sabes muy bien que no fuimos una relación seria, pero te extraño. Ahora eres feliz y yo, bueno, yo creo que también.

  ¿Qué hice? ¿Qué paso? ¿Qué fuimos? A veces mi memoria me jode con una mala jugada. De hecho son varias y de dos tipos, las buenas y las malas. Las buenas son cuando sin querer y de la nada te veo de nuevo. Si, aunque no lo creas te veo de nuevo. Estoy haciendo algo y te veo. Estoy en la computadora y te veo. Estoy acostado en mi cama y te veo encima de mí. Cuando pasa esto cierro los ojos, necesito cerrarlos y cuando los cierro no solo te veo, te siento. Apareces como un fantasma. ¿Y no son eso los recuerdos? Fantasmas de la memoria. La mala jugada es cuando te olvido, y mira que lucho para que eso no pase, pero los años pasan y pesan. La vida sigue y genera nuevos recuerdos que caen encima de los viejos, los remplazan y los mandan al olvido. Al purgatorio de la memoria. ¡Yo no quiero olvidarte! ¡No quiero coño! pero es difícil. Lucho cada día para mantener tu recuerdo y la sensación. Tú en cambio… Bueno, tu dejaste que él tiempo apareciera e hiciera presencia, y el único resultado del tiempo es el olvido. Yo soy eso, no existo, soy olvido.

  Mary sé que eres feliz y me alegro por ti. Ahora más que nunca necesito que estas palabras cuenten. Sé que es difícil. Sé que las palabras no valen y se devalúan con las acciones. Pero esta es la única manera que tengo, lo único que sé hacer… En serio me alegro por ti. Yo estaba y estoy ocupado, no te puedo ofrecer lo que te mereces, lo que esperabas de mí y lo que otro si te otorga. Pero muy en el fondo, sé y sabes, que algún día más allá de toda moral, de todo convencionalismo y cuando despierte en ti, querrás verme y hablar conmigo. Querrás recordar cómo era besarme, querrás ser infiel, querrás que los dos seamos infieles juntos, querrás ver que se siente estar del otro lado de la moneda, querrás sentir el pecado y ahí estaré para ser víctima de ese antojo, como tú lo hiciste conmigo. Yo sé que no te hice feliz ni tendré la manera de hacerlo, pero sé que te hice vivir y vivir no es un constructo artificial, como la felicidad. Vivir es real, aunque nuestra situación era irreal y fuera de todo concepto de normalidad. Aunque nadie sabía y era un secreto. Vivimos dentro de un gran paréntesis, pero vivimos. La sangre circulaba a grandes velocidades, las pulsaciones se aceleraban, nuestras miradas encontradas y dilatadas. Dopamina segregada, saliva compartida, lágrimas, arrechera, tristeza y desilusión. Todo en un instante. El instante más real que existe. La inmanencia de lo irreal. La vitalidad de lo fugaz. Lo único que te pude y te puedo ofrecer es vida. Sin ningún concepto moral, solo la vitalidad y el placer. Solo te ofrecí y ofrezco vivir. Espero que sigas feliz y disfrutes, yo haré lo mismo, creo...

  Ah y por cierto, perdona todo lo malo. Perdona que no hiciera lo que esperaste de mí e hice todo lo que no esperaste. Perdóname. Algún día la vida nos reunirá para juzgarnos, el pecado será el juez y el placer nuestro abogado.

Saludos. 
Tú querido, Marcos.

  No hay otra situación, ni otra oportunidad. Mary leyó la carta y tres pequeñas gotas le cayeron  por las mejillas. El amor es un secreto, es una verdad oculta que nadie ha podido descubrir. La vida nos trae dudas y las convicciones son ilusiones. Todo lo que tenemos por seguro, no lo es, solo es seguro en medida que nos engañamos a nosotros mismos. No sabemos dónde estamos, no sabemos quiénes somos ni a dónde vamos. El presente es un argumento sobrevalorado, el pasado una mentira demasiado creída y el futuro un sueño muy irreal. No nos queda nada. No nos quedará nada… Mary guardó la carta en su closet, en una pequeña cajita donde tenía las demás carta de Marcos. La guardó y se dio cuenta que no sabía qué quería hacer. Se sentó en su cama, se vio en el espejo y recordó todo lo que vivieron encerrados en esas 4 paredes. Se paró y observó su rostro en el espejo, se miró ella misma a los ojos y entendió lo que quería… Agarró el teléfono y marcó el número de Marcos. ¿La última despedida? ¿El adiós definitivo? No quería saber nada de él, O, ¿Una nueva oportunidad? ¿Verlo de nuevo e irse a fumar ese porro? Son decisiones que Mary contempla. El teléfono repica. Mary está nerviosa… “Alo…” responde Marcos por el otro lado del auricular.

  • -          Alo Marcos, es Mary
  • -          Hola Mary, dime ¿Llegaste a tu casa? ¿Leíste la carta?
  • -          Sí, te estaba llamando por esa razón…
  • -          Si dime
  • -          Quería decirte que...


Fin.

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