Sample Text

La escritura nos convierte en simples piezas entre la extensión del espacio y el tiempo, pero a la vez nos exige salir de lo convencional para explicar la realidad, como quien por voluntad propia abre un paréntesis para detener el tiempo y suceder en un espacio fuera del regular. La escritura en una palabra nos permite morir siguiendo la luz al final del túnel y seguidamente en otro palabra aparecer en una sala de parto; nos permite viajar por las dimensiones de lo real, lo irreal, lo externo y lo interno. La escritura nos permite eso y más.

Bienvenido a este viaje escrito “Sólo para locos, la entrada cuesta la razón.”

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martes, 8 de abril de 2014

Polvo con polvo

Polvo en la mesa,
Polvo blanco, soberbio y vasto.
Tú cuerpo en la cama
Natural, susceptible y sólo.
Esperan por mí, están ansiosos de mí, como yo de ellos.
Tus ojos rojos, tú figura amplia y tus piernas abiertas.
La coca sube por mi nariz, sube, sube y ¡pum!
Fumas acostada en la cama, mirándome con lastima
Fumas desnuda en la cama, queriéndome proteger.
Mi cabeza ¡pum! Mi pecho ¡pum!
La cocaína y tú compañía prolongan la noche.
No hay mañana ni lo habrá
 ¿Para qué?
Ya yo no sé quién soy, mi nariz tampoco, tú tampoco.
El cigarro se consume como la vida en la muerte
El cigarro se diluye en humo como la droga en mí.
Mi corazón palpita ansioso, excitado.
Mi verdadero vicio es tú cuerpo, es tú sexo, eres tú.
Eres mi peor enemigo, eres diosa, eres muerte, eres tiempo.
Sabes lo que siento, lo que quiero
Sabes lo que soy y lo que no soy.
Me muestras tú vagina rosada, esplendida y abierta
Mientras me miras te masturbas.
Te maldigo, maldigo al amor, maldigo la vida.
Benditos sean los vicios, los excesos.
Bendita es la muerte, bendito sea el hedonismo.
Te tocas, te excitas sola porque no estoy
Porque no se conformarme, porque estoy enfermo.
Desarreglo de los sentidos dijo Rimbaud.
Y voy por más, porque quiero perderme en ti
porque quiero coca, porque las quiero a las dos.
Tu boca húmeda amarra mis labios secos,
Las botellas y las bolsas vacías decoran la habitación.
Habitación que hoy se convierte en universo.
Yo no sé quién soy, tú no sabes quién soy
Y nos odiamos en cada beso.
Buscamos la muerte en cada nalgada
En cada gemido, en cada mordida, en cada lamido.
Yo no somos lo que éramos, ahora somos otros.
¡Maldita! ¡No sabemos quiénes somos!
Ahora no somos nada ni nadie
Ahora somos la mierda de Dios
Ahora somos placer y pecado
Ahora somos vicios
Ahora somos instintos
Ahora somos una poesía fracasada
Que nadie quiere leer ni publicar.


lunes, 7 de abril de 2014

Gritos de auxilio

Somos una generación frustrada buscándole sentido al tiempo, quemando porros en las ventanas de residencias conservadoras y burguesas. Somos una generación que pretende el libertinaje, evocando personalidades bohemias sin ver el fracaso que denotan nuestras miradas.

Estudiantes que perecen en la rigidez académica, en busca de verdades donde no las hay, llorando todo el día por el dolor que significa existir y ser arrojado al mundo sin consentimiento, llorando… Llorando hasta que las lágrimas sean sangre y nuestro sentimientos no existan.

Estamos drogados de ansias, drogados del deseo por superar la monotonía que nos rodea, drogados para olvidar la realidad acaparada por la política sucia que nos succiona nuestra alegría.

Políticos buscando acabar con la libertad, presos en su ideología, castrando juventudes del porvenir, ofreciéndoles un presente amargo, vaciando de sentido a una generación que nunca tuvo sentido.

Somos soñadores llenos de pesadillas, ocultando nuestros miedos para no ser juzgados, para evitar sufrir, rompemos nuestras ilusiones para no desilusionarnos, traicionamos a nuestros amantes para no ser traicionados primero, traicionamos porque la fidelidad es un invento, una ilusión socialmente aceptada.

Somos una generación frustrada que camina en el cementerio de ideales en el cual se ha convertido nuestro siglo, amantes enamorados de sí mismos, concibiendo el sexo como la soledad que ocupa nuestra alma.

Desconocidos besándose en la oscuridad, para no verse por miedo a ver quiénes son, y solo quieren sentir el deseo que emana de cada labio cuando choca contra la lengua, alienándose del mundo en un beso, hay parejas encerradas en moteles practicando sexo oral para hacer valer la vida que les duele.

Llantos de tristeza que la sociedad nos regala, cuadros depresivos como paisajes cotidianos, familia disfuncionales para criar bebes drogadictos que lloran por la soledad sin más nada que hacer que llorar,

Llorar

¡Llorar!

La moral es un adorno para quien la desvaloriza como mecanismo de control, pero es un candado para quien le otorga el centro de su vida. Somos drogadictos por el simple hecho de estar vacíos por dentro, buscando satisfacer nuestra angustia con infidelidades, aventuras, peligros y adrenalina.

Fumamos marihuana para abrazar la irrealidad y buscar más adentro de lo que podemos ver, para buscar quiénes somos, pero no hay nada, solo tristeza y desolación que nos obliga a seguir fumando, aspirando humo para sentirnos vacíos, buscando la libertad de la que carecemos por ser incrédulos ante la felicidad, fumamos para curar nuestra insatisfacción ante el modelo de vida cuadrado y mecánico de las oficinas.

Vemos en el hedonismo la religión que merecemos por nacer en una sociedad sucia y pervertida, que nos abraza con sus pecados mortales y nos moldea con sus ideales bastardos, herederos de pasados melancólicos y sangrientos.

Jóvenes tímidos e inseguros de sí mismos frente a los parámetros comerciales, parámetros falsos, demagógicos y hegemónicos que tratan de controlar la belleza, la justicia y la existencia.

Generación de narcisos egocéntricos, jóvenes histriónicos buscando llamar la atención de padres distraídos, ocupados con el dinero, ocupados en sí mismos porque son más histriónicos y más egocéntricos que sus hijos. Amantes megalómanos, viéndose en el espejo para observar las muecas de placer que invaden nuestra expresión.

Promiscuos buscando el amor desnudos, con besos en la espalda, besos en el cuello, besos incompletos, besos cómplices, besos complicados, dos infelices perdidos en el mundo y encontrados en la boca, abstraídos de todo por la inocencia, aplastados contra la pared, sintiendo como el frió entra por los pezones y recorre nuestra alma para decirnos que no somos nada, que no existimos sino para nosotros mismos.

¡Viva Dionisio!

¡Viva la vida!

Viva cada segundo que disfrutamos juntos, que apreciamos frente a la muerte que todos los días nos observa y persigue, recordándonos que es la reina de la verdad.

Amamos la vida

¡La amamos!

La amamos porque entendemos su ilógico sin sentido y su extensión finita.

Sobre todo este campo de melancolía reside nuestra alegría de vivir, esta tristeza es el punto inicial de la vitalidad que emanamos, mandamos todo a la mierda, todo, y solo nos interesa divertirnos.

Somos una generación que no cree en la locura como enfermedad, sino como estado cotidiano, somos locos, locos por todo, somos adictos, adictos al placer, adictos a la vida, adictos a los instintos como epistemología, somos tristes, depresivos, suicidas, ansiosos, estamos abandonados al vacío de perversión que nos otorgó el mundo que nos parió.

Amantes de piel suave, que rozan sus cuerpos para vencer el hastío de la nula existencia que nos quieren otorgar, homosexuales besándose en el balcón presidencial, lesbianas rezándole a Cristo con las tetas al aire, somos rebeldes sin importarnos nada, porque queremos llegar hasta las últimas consecuencias, queremos llegar al fracaso del exceso, que es principio y fin de todo esto, que es principio y fin de nosotros.

Gritamos auxilio desde cada pulmón, pedimos ayuda, pedimos futuro, pedimos más, más y más de lo que queremos y podemos abarcar, somos unos insatisfechos que nadie enseñó a vivir

¡Ayuda!

¡Ayuda!

¡Ayuda! no podemos con todo esto, somos desamparados ante el mundo, refugiándonos en placeres, falacias, drogas. Gritamos ayuda, nos besamos por ayuda, lloramos por ayuda, ayúdennos por favor.

No creemos en las mentiras implícitas dentro las verdades que nos vendieron de pequeños, cuando no conocíamos nada y nos manipularon, por eso somos incrédulos, ateos, animales insaciables buscando en cada minuto besos de amor que no existieron, buscando dioses llenos de falacias lógicas, buscando religiones dirigidas por sofistas... Buscando drogas de la felicidad que nos alimenten los sentidos, buscamos lo que sea para superar

la frustración que nos genera


nuestra generación.