- -
Esta buena esa weed ¿no?
- -
Jajá qué te pasó ¿Por qué tan seria Karla?
- -
No sé, estoy full pegada.
- -
Yo también, no te creas.
- -
Que ladilla, que ladilla, que ladilla…
- -
¿Qué te pasa? ¿Por qué dices eso?
- -
Marcos no deberías estar aquí coño, no sé qué
hacemos juntos
- -
¿Calmarse? Yo no soy como tú, yo si sé la
diferencia entre lo que debo y no debo hacer, y esto está justo en la línea
divisoria. Por respeto a mi novio no deberías estar aquí.
- -
Por respeto a ti misma deberías dejar de
pensar así jajá
- -
No estoy jodiendo huevón
- -
Por qué no puedes ser serio una sola vez en
tu vida
- -
Estoy cansado de que me digas siempre lo
mismo ¿Para qué?
- -
¿Cómo qué para qué ser serio? ¿tú eres loco
chico?
- -
Para que logres algo, para que sepas lo que
quieres…
- -
Yo también lo he hecho…
- -
Por favor, no seas hipócrita
- -
A pues… ¿Te acuerdas del libro que te regalé?
- -
El de Benedetti, quién de nosotros… ¿Lo
leíste?
- -
Lo supuse. Es un triangulo amoroso el cual
finaliza con esa frase: ¿Quién de nosotros podrá juzgarnos? Y eso te pregunto
yo a ti Karla.
- -
Tú te
juzgaras a ti mismo.
- -
Claro, porque tú no puedes hacerlo
- -
¿Qué estás tratando de decir?
- -
Que te calmes. Estamos los dos en esta situación,
y no fue culpa ni mía ni tuya. No es culpa de nadie, las cosas no necesitan
culpables, esa es una manía humana para lidiar con la conciencia.
- -
Tú eres el culpable de todo… Te recuerdo que tú
eres el que estaba ocupado en ese momento ¿O no te acuerdas? Yo no tenía a
nadie, y si lo tenía era intrascendente.
- - Bueno y qué hago ¿Retrocedo el tiempo? Ya lo
que pasó, pasó, y no hay nada que hacer. Karla ahora los dos estamos aquí y
esto es lo que debemos vivir.
- -
Pero esto “que estamos viviendo ahorita” se ve
afectado por el pasado, como todo.
- - Si tú quieres que el pasado condicione este
momento, es decisión tuya. El pasado no existe, solo es la cantidad de
recuerdos que por voluntad propia decides conservar… O sea, el pasado es totalmente
subjetivo. Tú decides tu pasado escogiendo inconscientemente qué recordar y qué
no.
- -
¡Marico cállate la boca! No quiero saber nada
de ti
- -
Brother yo sufrí
y burda, no pretendas que voy a olvidarlo todo Marcos.
- - Olvídalo entonces. De nada sirve que hablemos
si ya vas a tener una concepción de mí… Lo que hice está en el pasado, no lo
puedo cambiar y no me arrepiento, porque si bien sufriste, también nos
divertimos mucho.
- -
¡Marico tu no entiendes nada!
- -
Pero no me dejas entenderlo, no llores por
favor... Karla no llores…
- -
¿Ahora tampoco puedo llorar?
- -
Déjame abrazarte, por lo menos.
- -
Gracias, a ver… Jajá sigue siendo igual de
pequeña.
- -
Perdóname en lo que puedas perdonarme, y en
lo que no… Trata de entenderme.
- -
No es así de fácil Marcos, de verdad…
- -
Pero trata Karla, solo trata. Inténtalo.
- -
Me dijiste que después de fumar me dirías el
secreto
- -
De nada, sabes cuál es el secreto: el secreto
es el deseo, la complicidad. Algo que tú y yo no hemos perdido.
- -
Te había dicho: “No hay mejor libertad que el secreto que solo comparten dos.”
Y esa libertad es el deseo y la complicidad que se tiene en la mirada, en la
relación con una persona… Esa cualidad que solo una pareja conoce, que nadie más
sabe, y por esa misma razón es liberadora…
- -
¿Qué tiene qué
ver con nosotros?
- -
Karla, que
nosotros compartimos ese secreto. Nosotros nos vemos y sentimos el deseo y la
complicidad de algo que solo tú y yo conocemos. Algo que nadie nos puede quitar
y que nadie nos va juzgar, que es solo para nuestro deleite y todo eso nos hace
libres…
- -
No puedo negar
que te he visto y he recordado algunas cosas… Al principio te odiaba Marcos, te
quería restregar lo que había logrado, pero ya no, ya me da igual.
- -
Perdóname, no
tengo más nada que decir.
- -
Quisiera
decirte que todo será diferente, pero ninguno de los dos quiere que las cosas
sean diferentes
- -
Ya tenemos
otra vida Marcos
- -
Pero mantenemos
ese “secreto”. Lo que pasa es que nuestro secreto es un destino trágico, habrá adrenalina,
emoción y diversión, pero acompañadas de un gran sufrimiento, algo que es
inevitable, nuestra relación viene incorporada con momentos de dolor de los que
no nos podremos escapar.
- -
Yo creo que ya
no será lo mismo
- -
Dale una
oportunidad Karla, vivimos una vida que nos presiona: La universidad, el país,
la familia, tus amigos, la pareja (aunque no lo creas) y todo eso es una vida
divertida, no te lo voy a negar, pero a veces hace falta esos momentos en los que queremos abandonarlo todo y perdernos de ese mundo… Y ahí entramos nosotros.
Se
fue, así de fácil. Me dejó con mis ganas, mis intenciones… Tanto hablar y perdí
mí tiempo, nos quedamos como estábamos, en lo que somos: Nada. Ojala la vida me
regale la oportunidad de vernos en persona…
- -
Marcos ¿Estas hablando solo?
- -
No mamá, estoy escribiendo…
- -
No sé, una tal Mary… ¿Estas con alguien ahí?
- -
No mamá, estaba leyendo un dialogo que escribí…
Dile que pase.
¿Qué
hare ahora? ¿De dónde salió ella? ¿Por qué vino a verme? Le daré la carta que
le escribí…
- -
Mary, hola. Que grata sorpresa. Pasa, pasa adelante.
Perdona el desorden.
- -
Tranquilo, vine a ver como estabas, tanto
tiempo sin saber de ti.
- -
Lo siento, pero voy de salida. Me voy a ver
con una amiga, Karla.
- -
Hagamos algo, encontrémonos otro día…
- -
Dale, ¿Fumas? Podemos fumar juntos y hablar
sobre todo este tiempo
- -
Sí, creo que podríamos hacer eso...
- -
Por cierto, toma. Esta es una carta que te escribí
hace tiempo. Guárdala y léela cundo puedas. Si quieres bajamos juntos, yo voy
al metro.
- -
Ok lo haré… Vale, yo también.
Mary llegó a su casa, y en
seguida, lo primero que hizo fue leer la carta de Marcos:
Para Mary.
Hola, Mary. Te escribo está carta porque te vi. Sé que tú también me
viste, pero no te inmutaste. Cruzamos miradas. Hace mucho que no nos veíamos,
desde que terminamos y terminamos mal, muy mal. Ahora te vi con un hombre, creo
que era tu pareja y te veías muy feliz. ¡Qué fácil es ser mujer! Amar y
olvidar, o viceversa. Tu mirada me lo dijo todo. Me olvidaste y por eso eres
capaz de amar, o amaste y fuiste capaz de olvidarme. Yo en cambio, no sé. Yo amo,
pero no olvido. Por ejemplo a ti nunca te amé, pero no te olvido. Me acuerdo de
ti y quisiera saber cómo estas. Creo que te extraño. No sé por qué. Porque tú
sabes muy bien que no fuimos una relación seria, pero te extraño. Ahora eres
feliz y yo, bueno, yo creo que también.
¿Qué hice? ¿Qué paso? ¿Qué fuimos? A veces mi memoria me jode con una
mala jugada. De hecho son varias y de dos tipos, las buenas y las malas. Las
buenas son cuando sin querer y de la nada te veo de nuevo. Si, aunque no lo
creas te veo de nuevo. Estoy haciendo algo y te veo. Estoy en la computadora y
te veo. Estoy acostado en mi cama y te veo encima de mí. Cuando pasa esto
cierro los ojos, necesito cerrarlos y cuando los cierro no solo te veo, te
siento. Apareces como un fantasma. ¿Y no son eso los recuerdos? Fantasmas de la
memoria. La mala jugada es cuando te olvido, y mira que lucho para que eso no
pase, pero los años pasan y pesan. La vida sigue y genera nuevos recuerdos que
caen encima de los viejos, los remplazan y los mandan al olvido. Al purgatorio
de la memoria. ¡Yo no quiero olvidarte! ¡No quiero coño! pero es difícil. Lucho
cada día para mantener tu recuerdo y la sensación. Tú en cambio… Bueno, tu
dejaste que él tiempo apareciera e hiciera presencia, y el único resultado del
tiempo es el olvido. Yo soy eso, no existo, soy olvido.
Mary sé que eres feliz y me alegro por ti. Ahora más que nunca
necesito que estas palabras cuenten. Sé que es difícil. Sé que las palabras no
valen y se devalúan con las acciones. Pero esta es la única manera que tengo,
lo único que sé hacer… En serio me alegro por ti. Yo estaba y estoy ocupado, no
te puedo ofrecer lo que te mereces, lo que esperabas de mí y lo que otro si te
otorga. Pero muy en el fondo, sé y sabes, que algún día más allá de toda moral,
de todo convencionalismo y cuando despierte en ti, querrás verme y hablar
conmigo. Querrás recordar cómo era besarme, querrás ser infiel, querrás que los
dos seamos infieles juntos, querrás ver que se siente estar del otro lado de la
moneda, querrás sentir el pecado y ahí estaré para ser víctima de ese antojo, como
tú lo hiciste conmigo. Yo sé que no te hice feliz ni tendré la manera de
hacerlo, pero sé que te hice vivir y vivir no es un constructo artificial, como
la felicidad. Vivir es real, aunque nuestra situación era irreal y fuera de
todo concepto de normalidad. Aunque nadie sabía y era un secreto. Vivimos
dentro de un gran paréntesis, pero vivimos. La sangre circulaba a grandes
velocidades, las pulsaciones se aceleraban, nuestras miradas encontradas y
dilatadas. Dopamina segregada, saliva compartida, lágrimas, arrechera, tristeza
y desilusión. Todo en un instante. El instante más real que existe. La
inmanencia de lo irreal. La vitalidad de lo fugaz. Lo único que te pude y te
puedo ofrecer es vida. Sin ningún concepto moral, solo la vitalidad y el placer.
Solo te ofrecí y ofrezco vivir. Espero que sigas feliz y disfrutes, yo haré lo
mismo, creo...
Ah y por cierto, perdona todo lo malo. Perdona que no hiciera lo que
esperaste de mí e hice todo lo que no esperaste. Perdóname. Algún día la vida nos reunirá para
juzgarnos, el pecado será el juez y el placer nuestro abogado.
Saludos.
Tú querido, Marcos.
No hay otra situación, ni
otra oportunidad. Mary leyó la carta y tres pequeñas gotas le cayeron por las mejillas. El amor es un secreto, es una
verdad oculta que nadie ha podido descubrir. La vida nos trae dudas y las convicciones
son ilusiones. Todo lo que tenemos por seguro, no lo es, solo es seguro en
medida que nos engañamos a nosotros mismos. No sabemos dónde estamos,
no sabemos quiénes somos ni a dónde vamos. El presente es un argumento sobrevalorado,
el pasado una mentira demasiado creída y el futuro un sueño muy irreal. No nos
queda nada. No nos quedará nada… Mary guardó la carta en su closet, en una
pequeña cajita donde tenía las demás carta de Marcos. La guardó y se dio cuenta
que no sabía qué quería hacer. Se sentó en su cama, se vio en el espejo y recordó
todo lo que vivieron encerrados en esas 4 paredes. Se paró y observó su rostro
en el espejo, se miró ella misma a los ojos y entendió lo que quería… Agarró el
teléfono y marcó el número de Marcos. ¿La última despedida? ¿El adiós
definitivo? No quería saber nada de él, O, ¿Una nueva oportunidad? ¿Verlo de nuevo e irse a fumar ese
porro? Son decisiones que Mary contempla. El teléfono repica. Mary está
nerviosa… “Alo…” responde Marcos por el otro lado del auricular.
- -
Hola Mary, dime ¿Llegaste a tu casa? ¿Leíste
la carta?
- -
Sí, te estaba llamando por esa razón…
Fin.